Logopeda niños
¿Tu peque tiene muchas rabietas? ¿No sabes cómo ayudarlo en su desfase lingüístico? En este episodio te cuento cómo evité una rabieta en la sesión de logopedia y te cuento las claves para que puedas aplicarlas en casa.
Episodio 5. ¿Cómo evité que un niño hiciera una rabieta en la sesión de logopedia?
Paso a paso
Las rabietas forman parte del desarrollo normal de cualquier niño. Después de varios años atendiendo a peques con un retraso en su desarrollo comunicativo y lingüístico, me he dado cuenta de que estos niños se diferencian del resto en algunos aspectos que parecen compartir entre ellos.
He observado:
- Un número elevado de rabietas aparentemente injustificadas.
- Mayor explosión emocional, o sea, menor regulación de sus emociones.
- Una alta frecuencia de estas rabietas en niños mayores de tres años.
Todo esto me hace preguntarme porqué los peques con dificultades para comunicarse tienen más rabietas, más fuertes y que no disminuyen con la edad, como suele ocurrir de forma habitual.
Para poder reflexionar sobre esto, he recurrido a un e-book gratuito que ofrece Una Madre Molona y Marido en su página web. Por si no los conoces, te voy a dejar el enlace en las notas del programa para que puedas suscribirte a su newsletter y obtenerlo de forma gratuita. Si te interesa la gestión respetuosa de las rabietas y la educación en positivo, no puedo hacer otra cosa que recomendarte que te pases también por su Instagram, donde @unamadremolona siempre ofrece contenido relacionado con estos temas. Esto no es una colaboración.
La definición de rabieta que ellos ofrecen en su e-book es: «la rabieta es la manera de expresar una necesidad que no está siendo atendida y que (los niños) no son capaces de gestionar o de comunicar de forma efectiva».
Y ahí le ha dado la molona, usando la palabra «comunicar».
¿Qué ocurre cuando existe un retraso en el desarrollo del lenguaje? Que a tu peque le cuesta horrores comunicarse contigo. Y no tener capacidad para expresarse es realmente frustrante.
Además, hay otro tema. Como digo en el programa gratuito para estimular el lenguaje desde casa (que puedes descargarte en mi página web): la comunicación va en dos direcciones. Y es posible que no todas las rabietas se estén dando porque tu peque no se pueda expresar, es posible que, en algunos momentos, no te esté entendiendo.
Eso me pasó una vez que un peque llegó a la sesión con la idea de jugar con unos coches y el parking con los que había jugado el primer día que nos habíamos conocido.
Le dije que me parecía bien, pero que ese juego lo íbamos a dejar para el final, con la intención de realizar primero algunas actividades más específicas de adquisición de vocabulario.
Cuando vi la cara que puso, supe que aquello iba a acabar muy mal.
No siempre puedo evitar una rabieta, pero la negociación suele ser efectiva. Ofrezco a los niños primero una cosa que conocen, aunque no les apetece tanto, y después hacemos la que más les gusta.
¿Por qué no funcionaba, si otras veces habíamos jugado a los juegos que yo le estaba proponiendo? ¿Cuál era el problema? El problema era que no me estaba entendiendo.
Soporte visual con imágenes
Así que cogí unas cuantas fotos de los juguetes que tengo en la consulta, entre ellas las de los coches, y le dije que primero haríamos una actividad. Puse las imágenes sobre la mesa y coloqué la foto de la actividad que yo tenía pensada justo a la izquierda de la de los coches.
Por lo pronto, su expresión emocional, a puntito de estallar, se frenó en seco. Estaba entendiendo el trato. Usé frases cortas y fáciles y señalé las imágenes con el dedo, conforme me refería a ellas: «Primero jugaremos con las tarjetas de animales y, después, podrás jugar con los coches». En ningún momento usé el «no» o algo así como: «no podemos jugar a los coches ahora». Porque en esa frase, un peque enfadado solo escuchará: «no podemos jugar a los coches» omitiendo la parte más importante: «ahora». Pero, además, un peque con un retraso en su desarrollo lingüístico, probablemente se quedará solo en el «no». Y ese, amiga mía, es un jardín en el que preferirás no adentrarte.
Atender su emoción
Algo que también hice fue: atender su emoción: «entiendo que te enfades, no me estás entendiendo. Jugaremos con los coches, pero primero…».
A pesar de toda esta retahíla de estrategias, me di cuenta de que mi peque no estaba del todo convencido.
Así que apliqué otra táctica: le di a elegir la primera actividad.
Escogí otra imagen que representaba una actividad que le gustaba, y que cumplía con mis objetivos de intervención, y le di a escoger. ¿Qué prefieres: las tarjetas de animales o un cuento? Y voilà. Se hizo la magia.
No solo lo entendió, sino que se sentó en la mesa para escuchar el cuento. Lo que hice, a partir de ese día, fue crear una rutina, para que se sintiera más seguro la próxima vez.
Lo hago con él y con casi todos mis peques, realizo no una, sino dos actividades de mi elección primero y les permito jugar con algo de su elección al final. Además, pueden cambiar una de las actividades, si no le apetece hacerla, por la razón que sea, siempre y cuando esté entre mis opciones de intervención.
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Para terminar con el episodio de hoy, voy a recoger en tres puntos qué estrategias puse en marcha para disolver una rabieta en potencia en la consulta.
- Evité decir que «no».
- Utilicé un soporte visual para hacer un trato. Le dije al peque que jugaríamos con los coches presentando una foto de los mismos y una foto de la actividad que quería realizar primero y la coloqué delante.
- Cuando estuvo tranquilo, le di a elegir esa primera actividad entre dos opciones que me interesaban.
Recuerda que estas son estrategias para evitar las rabietas en niños. Una vez se producen, es difícil que puedas razonar con un peque y te toca acompañarla de otra forma. Pero eso mejor se lo dejo a la Molona y Marido.