
En este capítulo hablo de la relación entre el desarrollo del lenguaje y la regulación emocional. Te explico por qué los niños pequeños y algunos peques con un retraso en su desarrollo lingüístico expresan su enfado y su frustración pegando y te doy algunas ideas para disminuir esta conducta.
NOTAS DEL PROGRAMA
Episodio 11. Mi hijo pega
Las dificultades en el lenguaje y la regulación emocional
Los niños pegan. Esto es así. Especialmente en la escuela infantil cuando todavía son bastante pequeños y no tienen mucho lenguaje. Puedes pensar que los niños que pegan es porque lo ven en casa, que normalmente son niños más violentos, pero lo cierto es que el niño puede ser el hijo de Buda y que suelte tortas como panes. Los niños son reactivos. Es decir, sus acciones suelen tener bastante carga emocional. Un adulto no pega a otro porque sabe las consecuencias que puede traer esto. Puede anticipar que hará daño al otro o que el otro se lo hará a él. Como adulto, puedes pensar que pegar no va a ser la solución más efectiva o que, incluso, puedes acabar en el cuartelillo. El niño pequeño no hace este razonamiento.
No sé si vas mucho en transporte público, yo vivo a las afueras de Barcelona y lo cojo a diario. Cuando estoy metida en un vagón, hacinada, respirando el mismo aire que las treinta personas que hay en el vagón o más y alguien me da un golpe, por pequeño que sea, me cabrea. Lo que pasa es que tengo treinta y dos años y he aprendido a gestionar este enfado. Primero a identificarlo. Y después, a controlarlo, diciéndome a mi misma que es normal que alguien te de un golpe, que ha sido sin querer, que esa persona está tan hasta el moño como tu de estar ahí dentro.
Pero, ¿qué pasa cuando un niño va como un loco corriendo y golpea a otro en el patio? Lo más probable es que el primero reaccione y le de un tortazo. No estoy justificando la agresión, ni diciendo que esté bien, pero claro, no podemos escandalizarnos porque un niño de dos años empuje a otro o le muerda. Sí podemos reconducir estas conductas, pero primero tienes que entender que todo el proceso que realiza el adulto para no liarse a tortazos tiene mucho lenguaje de por medio. La mayoría de las veces pensamos con lenguaje. Esto quiere decir que para regular nuestra propia conducta ponemos palabras a lo que sentimos. «Me siento mal, pero… Me ha hecho daño, pero…». Los niños pequeños o con un retraso en su lenguaje, tienen menos posibilidades de hacer estos razonamientos. Ellos solo sienten y actúan en consecuencia. «Me has hecho daño, quiero que te alejes». «Me has quitado un juguete y quiero que me lo devuelvas».
¿Qué podemos hacer los adultos para reducir esta conducta de pegar?
En primer lugar, deberás estar pendiente cuando tu hijo juega con otros niños y anticipar, en la medida de lo posible, los conflictos. Estoy hablando de niños muy pequeños o con un retraso en su lenguaje. También puedes anticipar una situación de enfrentamiento que se pueda dar contigo. Tu conoces a tu hijo, sabes qué es lo que le molesta. Sabes que si te pide algo, como que le compres un juguete, y tu no se lo vas a comprar, va a haber lío. ¿Esto quiere decir que le has de comprar el juguete? Obvio que no, pero puedes anticipar una situación que puede desencadenar en que te pegue. Si crees que te puede pegar y lo tienes en brazos, por ejemplo, déjalo en el suelo. O evita pasar por delante de la juguetería o del quiosco en los que te suele pedir algo.
No vas a poder impedir una conducta de este tipo siempre. Igual que no siempre se puede evitar el enfado, pero hazte la vida fácil y si puedes prevenirlo, hazlo. En los casos en los que no, hay dos opciones: distraer al niño con otro tema, si no ha entrado en estado de ebullición; o, aguantar el chaparrón. Eso sí, poniendo límites.
He tenido varias familias preocupadas porque sus hijos les pegaban cuando estaban enfadados. Lo primero que les digo siempre es que esto es normal. Pero, lo segundo es que eso se tiene que acabar. Hay que poner límites. Cuando tenemos niños con dificultades en el lenguaje, incluso en la comprensión, podemos poner límites. Límites físicos: poniendo la mano delante de la cara e impidiendo que nos pegue; apartándonos; mostrando cara de disgusto. Todo esto lo entienden todos los niños. Es parte del lenguaje no verbal. Si alguien te pega, te molesta. Te duele. Te disgusta. Él debe verlo y oírlo. Nárralo. «Esto no me gusta, me haces daño, me enfada». ¿Cómo va a identificar sus emociones si tú no verbalizas las tuyas?
Conozco una familia cuyo peque va en silla de ruedas y tuvo una época en la que le dio por pegar a la mamá cuando se sentía frustrado. También le pellizcaba el brazo o pataleaba. La recomendación fue sencilla en este caso: «bloqueas la silla de ruedas y te apartas». No podemos dejar que los niños nos peguen. Ah, y olvida eso de pegarle tú para que vea lo que siente. No necesito beberme un vaso de lejía para saber que no he de hacerlo. Tu hijo puede aprender que no debe pegar sin que le pegues tú. Entre otras cosas, porque es contraproducente. «Me dicen que no debo hacerlo, pero me lo hacen a mí». ¿Qué injusto, no?
Transitar emociones negativas
Tener a un niño desbordado es muy complejo de gestionar, pero hay que tener empatía. Esto de las emociones es nuevo para él. Si a nosotros, como adultos, nos cuesta dirigir nuestras emociones más fuertes, como la tristeza o el enfado, ¿por qué han de saber hacerlo los peques? Échale un cable. Busca una forma de aliviar esa emoción. ¿Está triste porque tiene que abandonar el parque y volver a casa? ¿Cómo puedes hacer que se sienta mejor? A lo mejor, podéis volver a casa en la motillo o en el patinete. Si está enfadado porque no le has podido comprar ese juguete, también puedes intentar aliviar su enfado. A lo mejor tu hijo se siente bien con una música en concreto o con un juguete que estimule su tacto, como un cubo sensorial. Puedes poner música tranquila en una grabadora. No en el móvil, eh, que nos conocemos. ¿Qué es lo que te ayuda a tí a transitar una emoción? Si estás triste, a lo mejor, te pones La Oreja de Van Gogh. Si algo te enfada, te pones a limpiar, yo que sé. Pues piensa en qué puede hacerle sentir mejor a tu hijo y dale alternativas para que deje de expresar y transitar sus emociones más fuertes pegando.
Resumiendo
Voy a resumir las claves para comprender por qué tu hijo pega y qué puedes hacer para disminuir esta conducta.
Los niños pequeños no tienen suficiente lenguaje para autorregular sus emociones, además, están empezando a experimentarlas y todavía no han aprendido cómo se gestionan. Así que son más reactivos. Si algo les molesta, pueden responder pegando. Esto, aunque es normal, debemos trabajarlo. Te doy algunas ideas:
- Anticipar los momentos de conflicto y evitarlos o reconducirlos.
- Poner límites físicos, sin pegar a tu hijo. Eres su ejemplo y su persona segura.
- Expresar cómo te hace sentir su comportamiento.
- Buscar formas de aliviar su emoción y ayudarlo a transitarla.
Si quieres saber más sobre el manejo de emociones intensas, como las rabietas, te dejo a mano el capítulo 5 del podcast: «¿cómo evité que un niño hiciera una rabieta en la sesión de logopedia?».