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No abordar un retraso en el lenguaje

¿Qué puede pasar si el peque no tiene los niveles lingüísticos esperados y no hacemos nada? ¿Si no abordamos un retraso en el lenguaje? ¿Cuál es el porcentaje de niños que desarrollarán un trastorno en el lenguaje? ¿En qué áreas de su desarrollo puede afectar una baja competencia lingüística? En este capítulo del podcast trato el manido: «ya hablará» desde un prisma objetivo (evidencia científica) y subjetivo (experiencia) para aclarar todas estas dudas y que no te quedes con ningún «run-run» en la cabeza. 

Episodio 8. Resultados de no abordar un retraso en el lenguaje

¿Qué puede pasar si no actuamos ante una sospecha de retraso en el lenguaje?

Este episodio del podcast va a ir encaminado a resolver la duda de una mamá de la comunidad. La reformulo para situarnos: «¿Qué puede ocurrir si tengo un peque con un retraso en el lenguaje y no abordamos está situación?». Es decir, si no ponemos el foco en estimular su lenguaje o si no acudimos al centro de atención temprana o a una logopeda para potenciar este desarrollo lingüístico, que no es el esperado para su edad.

Si no tienes claros los signos de alarma de desarrollo del lenguaje de un peque de entre cero y tres años, te recomiendo que escuches el primer episodio del podcast en el que hablo sobre el tema.

Entiendo que, cuando alguien me traslada esta duda, es porque tiene claro que hay un retraso en el lenguaje de su hijo o de un peque cercano.

Quiero transmitirte la importancia de intervenir, tanto desde casa, como desde el centro de atención temprana, sin que parezca que estoy haciendo una campaña de marketing pro-logopedia.

Por eso voy a ser completamente sincera contigo, porque creo que solo hay una respuesta a la pregunta: «¿qué puede ocurrir si no hago nada?». Y, la respuesta es: «nada».

Anda, que ahora pensarás «ha descubierto la sopa de ajo, esta». Pero quiero que haya una cosa que quede clara: cuando esperamos un cambio y no actuamos para conseguirlo, rara vez ese cambio surge de forma espontánea.

Puede que tu peque continúe teniendo ese retraso en sus habilidades lingüísticas, porque necesite ayuda y nadie se la está ofreciendo. En este caso, el resultado final, será el que veo tantas veces en la consulta de logopedia: niños de seis, siete u ocho años con un bajo rendimiento académico, diagnóstico de dislexia, a veces erróneo, ya que, a menudo, el trastorno en el lenguaje escrito viene dado por un trastorno en el lenguaje oral; y, sobretodo, dificultades para relacionarse. Siendo estos aspectos solo la punta del iceberg, porque detrás de todos estos años en los que él ha puesto tanto esfuerzo para conseguir comunicarse, ser entendido o adquirir aprendizajes en el colegio, habrá ido colocando en su mochila un montón de inseguridades, de etiquetas como: «vago» o «tonto», a veces a causa de los demás y otras a causa de sí mismo y su baja autoestima, que es tan frágil en la infancia.

Esto que te cuento, no es una película de Almodóvar, es la realidad de un montón de peques cuyo entorno a ignorado o minusvalorado las dificultades y los retos a los que un niño se enfrenta a diario, a los que se les suman un retraso en el lenguaje.

Sin embargo, que no ocurra «nada» tiene otra lectura. Porque puede que tu peque, aunque ahora mismo no esté mostrando los niveles de lenguaje esperados, con el tiempo y sin hacer nada, su cerebro que, a lo mejor, tiene un desarrollo más lento, termine adquiriendo las destrezas típicas de su edad. Sin más.

¿Cuándo has de actuar?

Para resolver esta pregunta, voy a introducir un término que he descubierto hace poco, pero que creo que hace algunos años que se conoce que es el de «hablante tardío». Hay un artículo de la Revista de Investigación de Logopedia, publicado en 2020, que te dejo en las notas del episodio, que define al «hablante tardío» para referirse a aquellos peques de entre dos y tres años cuyo desarrollo comunicativo o lingüístico presentan una trayectoria lenta.

 Probablemente esta mamá que compartió la pregunta conoce o tiene un peque que podría considerarse un «hablante tardío».

Este estudio, toma datos de otros con población de habla inglesa y explica que entre un 10 y un 15% de la población infantil preescolar presenta un retraso inicial en el desarrollo comunicativo y lingüístico, sin referir que esté asociado a ningún trastorno, y en 30% de los casos estas dificultades se mantienen cuando son evaluados entre los 3 y 4 años de edad, y acaban siendo diagnosticados de Trastorno del Desarrollo del Lenguaje (TDL) o mayormente conocido como Trastorno Específico del Lenguaje (TEL). Un 30%…

En cambio, Llorenç Andreu, psicólogo y profesor, director del máster en Dificultades de Aprendizaje y Trastornos del Lenguaje de la UOC afirma que el 25% de los menores que tardan en empezar a hablar, terminan presentando un trastorno del lenguaje.

Nos vamos situando, porque no son porcentajes tan alejados.

El estudio de Moreno y Nieva (2020)

Voy a explicarte un poco cómo funcionó el estudio que te he dejado en las notas del programa y que se llevó a cabo con familias españolas. Los participantes eran peques de entre 24 y 29 meses de edad, con un desarrollo lingüístico que encaja con este concepto de «hablante tardío». Este grupo se dividió en dos: uno que recibió pautas e intervención por parte de una logopeda. Dentro de una intervención que denominamos de corte naturalista, porque consiste en dotar a las familias de los recursos y habilidades para que sean ellas mismas las que estimulan el lenguaje en el día a día.

Abro paréntesis pare decirte que es mi forma favorita de trabajar y la que encontrarás en mi e-book gratuito.

Vuelvo al artículo. Te describía que hay un subgrupo sobre el que se interviene y hay otro grupo, que se denomina «control», porque no recibe ninguna intervención, es decir, no se hace «nada».

Después de cuatro meses, los resultados indican que el primer grupo aumentó su vocabulario de forma significativa respecto al otro, es decir, los peques emitían mayor número de palabras y, además, empezaron a combinarlas, mejorando su expresión con pequeñas frases. Pero, lo que más me llama la atención (y que es lo que no conseguirá nunca una de las malditas aplicaciones de lenguaje) es que los peques comenzaron a tomar un rol más activo en las conversaciones y el adulto dejó de dominar por completo la conversación, cosa que es muy habitual cuando los niños tienen poco lenguaje. Cuesta tanto sacarles las palabras, que acabas haciendo un monólogo que te estresa hasta a ti.

Los resultados positivos del grupo que tuvo apoyo por parte de la logopeda es el resultado de que las familias comprendáis que tenéis el poder de transformar las habilidades lingüísticas de vuestro peque, cuando sois vosotros los que empezáis esta transformación.

Finalmente, ¿qué ocurrió con el otro grupo? Al cabo de un año de finalizar la intervención se contactó con las familias de nuevo. En ambos grupos había habido peques que habían necesitado logopedia, sin embargo, lo que es curioso es que el 100% de los niños del grupo control necesitó esa intervención directa.

Mi experiencia con los retrasos en el lenguaje

Y, ahora, no puedo hacer otra cosa que pensar en mi propia experiencia. Llevo ejerciendo como logopeda desde 2017, en todos estos años, no he visto ningún peque ponerse al nivel de los demás en solo cuatro meses. Eso puede ser porque los retrasos en el lenguaje que llegan a la consulta, obviamente, no se han resuelto por si solos. Seguramente el mundo está lleno de «hablantes tardíos» que no fueron a la logopeda y, en su momento, se pusieron al nivel de los demás. Pero, ¿qué pasa si eso no ocurre? ¿Qué pasa si tu peque está en ese 25-30% que va a desarrollar un trastorno en el lenguaje? Pues que estaréis perdiendo un tiempo precioso, la oportunidad de que la plasticidad cerebral, de la que te prometo que hablaremos algún día, actúe en beneficio de tu peque.

Mira, te cuento algo. A principio de curso di un alta muy bonita. Un peque con un retraso importante de su desarrollo lingüístico, a causa de una operación por epilepsia. Este niño llevaba haciendo terapia prácticamente toda su vida, no solamente en el centro donde trabajo. Después de todo este proceso, estaba aprendiendo a leer con cinco años, en un colegio de esos que tienen mucha prisa porque sus peques sepan leer. Él lo estaba haciendo y, en realidad, ni si quiera le tocaba por edad. Su lenguaje era y es totalmente funcional, mi trabajo, después de todo el esfuerzo de la familia y de ese peque, había terminado. ¿Qué hubiera pasado si no hubiera tenido este acompañamiento? ¿Cómo podría haber afectado eso a su desarrollo? Haz un ejercicio de imaginación y traslada las dificultades que ves a tu peque a tu peque del futuro, dentro de tres años, por ejemplo. ¿Cómo es su lenguaje? ¿Le ayuda a relacionarse o se lo impide? ¿Le ayuda a crear pensamiento o cada vez está más desregulado? ¿Cuánto tiene que esforzarse en el colegio, ahora que ya tiene contenidos y empieza el lenguaje escrito?

Las logopedas no tenemos ningún interés en iniciar o alargar un tratamiento si no es necesario. Pero ver como las dificultades ignoradas acaban llegando de un modo u otro a la consulta, antes o después, nos hace pensar que mejor que sea antes, porque esto es como una madeja de lana de esas que usan las crocheteras y que cuando la guardas, acaba toda enredada. Si yo no separo los hilos desde el principio, cada vez me será más complejo desenredarla, se harán nudos y al final podré acabar deshaciendo la madeja, pero con mucho más tiempo y más esfuerzo y, a lo mejor, el hilo ya no será el mismo, estará más deshilachado, con menos forma y eso se notará en el jersey que querré tejer después. No sé si esta metáfora se entiende.

En conclusión

Voy a darte un poco de tregua para resumir qué te he contado hoy. Ante la duda de «¿qué puede pasar si no hacemos nada y (el peque) no tiene los niveles (lingüísticos) esperados?», citaré a Mili Matarazzo, que es una logopeda especialista en disfagia neonatal. Ella dice: «si no cambias nada, no cambia nada». Y te recordaré que entre un 25 y un 30% de los que ahora llamamos «hablantes tardíos», desarrollará un trastorno en el lenguaje. Y que la intervención basada en tu acción potencia que el peque aumente su vocabulario y comience a crear frases, y facilita sus habilidades de conversación. Todo esto influye de forma positiva en el desarrollo de sus habilidades sociales y en su rendimiento académico. Ah, y en algo muy importante: su autoestima.

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